En este lugar en el que se desarrolló uno de los más grandes y opulentos centros de la cultura maya. Una ciudad sagrada que sobrevive a las centurias, como huella de aquellos que la erigieron y poblaron, la llenaron de templos y palacios, de símbolos y de vida. Tras su abandono, algunos textos, como los libros del Chilam Balam y los escritos del polémico evangelizador fray Diego de Landa, nos aportan datos sobre lo que fueron las costumbres y la espiritualidad de los hombres que la habitaron. Chichén Itzá también ha permanecido viva a través de la larga serie de aventureros, exploradores, artistas y estudiosos que han tratado de entender la obra y las prácticas de aquel pueblo. Ingleses, franceses, norteamericanos que, desde el siglo XIX y principios del XX, elaboraron teorías, excavaron, hicieron dibujos y tomaron las primeras fotografías que han llegado hasta nosotros. Arqueólogos y restauradores contemporáneos, en el lugar de trabajo, nos llevan a conocer de cerca los procesos y los métodos actuales para recuperar la mayor información sobre Chichén Itzá, desde la integración de piedras dispersas, la limpieza de los relieves, el estudio de las narraciones ocultas en los restos de pintura mural, hasta la posible reconstrucción ideal de los edificios que alguna vez tuvieron colorido."