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Mahler Sinfonía núm 6, Mendelssohn Concierto para violín

Dos de los más destacados compositores de la época romántica y de todos los tiempos son los protagonistas de este concierto de la Orquesta Sinfónica Nacional del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura: Félix Mendelssohn y Gustav Mahler.

Bajo la dirección de su titular, Carlos Miguel Prieto, la OSN contará esta vez con la participación del notable violinista Augustin Hadelich como solista invitadoAugustin Hadelich (Cecina, Italia, 1984) es uno de los violinistas más destacados del panorama mundial en la actualidad. Se graduó del Instituto Mascagni, en Livorno, Italia, y de 2004 a 2007 estudió en la Juilliard School de Nueva York con Joel Smirnoff.

El Concierto para violín en mi menor, Op. 64 es la última gran obra orquestal del compositor alemán Felix Mendelssohn, uno de los conciertos para ese instrumento más populares y más interpretados de todos los tiempos. A pesar de que el concierto consta de tres movimientos en la estructura típica rápido-lento-rápido y cada movimiento sigue la forma tradicional, la obra era innovadora e incluía características nuevas para la época. Como aspectos distintivos destacan la entrada inmediata del violín al comienzo y el enlace entre movimientos sin solución de continuidad.Considerada por muchos como la composición más surrealista, imaginativa y perturbadora de Gustav Mahler, su Sinfonía No. 6  fue compuesta entre 1903 y 1906, año en el que se estrenó durante el Festival del Club de Música General Alemana, bajo la dirección del propio compositor.

Compuesta en una etapa especialmente feliz de la vida de Gustav Mahler, recién casado con Alma Schindler, pareciera que esta obra presagia el destino atormentado del compositor. Si bien el nombre con el que se le conoce a esta sinfonía, “Trágica”, no es oficial, tanto Gustav como Alma, compararon los tres martillazos del destino –simbolizados con la intervención de un gran mazo en el último movimiento– como la antesala de sus tres momentos fúnebres: la salida de la Ópera de Viena, la muerte de su hija mayor y la aparición de la enfermedad que acabaría con la vida del compositor en 1911. Según Alma, tan pronto como la partitura estuvo terminada, Mahler le confió que esa sinfonía era “la más personal de todas las obras que brotaron directamente de su corazón”

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