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Mozart, concierto para piano núm 24 en do menor. Mahler, sinfonía núm 2, Resurrección

Concierto de la Orquesta Sinfónica NacionalCarlos Miguel Prieto, director artísticoCoro del Teatro de Bellas Artes. Ingrid Fliter, piano; Gabriela Herrera, soprano ;Guadalupe Paz, mezzosoprano. Inaugura este programa el Concierto piano número 24 en do menor, K. 491 de Wolfgang Amadeus Mozart.

Estrenado en el Burgtheater de Viena en 1786, es uno de los dos únicos conciertos para piano, entre los veintisiete del catálogo mozartiano, escritos en una tonalidad menor, proyectando una cualidad reflexiva, personal, casi íntima. Su  originalidad radica además en la sonoridad y las nuevas texturas que introduce el uso que hace Mozart en esta obra de los instrumentos de aliento, que ya no se limitan a doblar a las cuerdas, sino que adquieren una voz y un dramatismo propio. De las complejas descripciones de Gustav Mahler sobre los motivos que animaron su monumental Segunda Sinfonía, "Resurrección", se desprende la descripción de sus cinco movimientos: Primero: Funeral del héroe de la Primera sinfonía. Segundo: Recuerdos del pasado. Tercero: De vuelta al mundo real y sus sufrimientos cotidianos. Cuarto: Se escucha la sencilla voz de la fe.Quinto: Suena la voz en el desierto. La tierra tiembla, las tumbas se abren, suenan las trompetas. El Juicio Final y luego la Resurrección. Los primeros tres movimientos de la Segunda sinfonía de Mahler fueron estrenados por Richard Strauss al frente de la Orquesta Filarmónica de Berlín el 4 de marzo de 1895.

La obra completa fue estrenada el 13 de diciembre de ese año por la misma orquesta bajo la batuta del propio Mahler. A juzgar por lo que habría de ser el resto de su producción musical a partir de la Sinfonía Resurrección, es evidente que Mahler no quedó satisfecho con su respuesta a las tremendas preguntas planteadas en esta obra. De esa insatisfacción surgieron, en años subsecuentes, portentosas obras mahlerianas en las que, de una manera u otra, siempre están presentes las preguntas sobre el sentido de la vida, así como la idea de la muerte.

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