Desde la caminata en la montaña hasta la navegación por una exposición virtual, las acepciones de la inmersión se desbordan hacia distintas prácticas situadas en momentos particulares de la vida en común. Habría que pensar, por tanto, qué entendemos por inmersión y revisar que no necesariamente se encuentra comprometida con un tipo de tecnologías específicas. Si inmersión es lengua, es territorio, es pensamiento y es relación, ¿hacia qué lugares se amplía nuestro experimentarla y, con ello, qué tanto podemos repensar nuestra noción de tecnología? Más aún, si la observación es un proceso repleto de cargas históricas, simbólicas y epistémicas, ¿cómo podemos mirar de otro modo? ¿Cuáles son las claves del pensamiento científico y tecnológico no occidental que mucho tienen que aportar ahora a la discusión de la tecnología en épocas de urgencia?